lunes, 4 de marzo de 2013

CAP 1

1- Salir de aventura.

Mi primer recuerdo de la isla es bastante viejo; es, calculo, un recuerdo común entre muchos de los que vivimos en Zárate. “Están quemando la isla” decían los mas grandes, cada vez que en el patio se esparcían unas minúsculas cenizas que el viento traía para este lado. Ese residuo un poco tóxico y volátil, fue mi primer contacto. Hace unos años el humo de esta actividad envolvió capital, e incluso parte de la ciudad de La Plata, fue noticia en todos lados. También recuerdo el misterio al ver la isla a lo lejos, desde la otra orilla, mientras me sumergía de chico en los veranos del club Náutico Arsenal. La miraba, y parecía una escenografía montada de cartón y papel, pintada con esos árboles inmóviles, e inquietantes. También recuerdo parte de sus historias, algunas tocaremos de cerca en ésta que hoy comienzo a contarles; es larga, les advierto que tengan paciencia.
Por este río habían pasado ingleses en los nuevos y fragantes barcos a vapor, allá por la batalla de la vuelta de Obligado. Por este mismo río habían cruzado convictos de una cárcel, buscando refugiarse en la isla. Desaparecidos, pescadores, aventureros, ladrones de todo tipo, enamorados, y más. En uno de los balnearios funcionaba un pequeño zoológico, de donde un León escapo una vez; cuentan que lo mataron, a sangre fría, de un disparo; hay quienes dicen que es mentira, y que sigue vivo en algún lugar de la isla. Fue hace muchos años, a esta altura ya debe haber muerto.
Hace poco una noticia me llamo mucho la atención, un ingles vino a éstas aguas en búsqueda de la mantarraya mas grande del planeta, la encontró, y lo que mas me sorprendió, la volvió a soltar.
Mi nombre es Leonardo Gauna, nací en junio del 84 en esta ciudad, Zárate; en un hospital que queda al lado del sindicato de papeleros y a unas pocas cuadras de la rivera, ese día llovió muchísimo, los más sensacionalistas dicen que el río desbordó e inundó parte de la costanera. Pero la verdad es que yo de eso no me acuerdo.
Hace más de 10 años que estoy viviendo en La Plata, soy ilustrador. Vuelvo recurrentemente a mi ciudad. Es de sus costas, fauna y flora, que saco mucho del material que dibujo, y con el que trabajo. También de su gente, mis amigos y familiares. Es así como comienza esta historia.
Fue un verano de hace, no más, de 3 o 4 años; uno de mis primos, Pablo, me había conseguido un pequeño bote llamado “cósmico” para poder llegar al canal Yrigoyen, y así fotografiar ese lado de la costa, desconocido hasta entonces para mi. Llevaba comida, mi cuaderno de bocetos y provisiones para acampar de polisón en algún pequeño lugar, todo listo para dos noches de aventura.
Llegué, un pájaro me cago mientras caminaba a la costa con las cosas. Acampé la primera noche, no escuché a ningún León, pero tengo que confesar que tenía un miedo terrible, está bien, me gustaba la idea, e incluso alcancé a dibujar algunas cosas para distraerme. A la otra mañana salí en mi segunda recorrida, dejé la carpa armada y me llevé unas pocas cosas.
Jamás imaginé que el bote se daría vuelta, yo buscaba aventura, no estaba listo para lo que venia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario