miércoles, 2 de octubre de 2013

CAP 16

– La mujer en el río

A unos dos kilómetros, una flota de barcos estaba preparada para la batalla. La había visto con mis propios ojos durante la noche en la que la subida del río me sacó de aquel pozo y luego de la isla.
Se llevo muchas cosas, entre ellas a William. Mientras regresaba a la isla para refugiarme di con aquello que no olvidaré jamás. Algo tan increíble y fantástico, como profundo y misterioso: una mujer.
A medida que me acercaba a ella la niebla alrededor se disipaba. También la lluvia, que tiraba las últimas gotas, como una llovizna. Un tono azul pintaba todo el ambiente, incluso a esas espesas formas que se movían en el aire, como baba de diablo. Cortinas de un extraño humo se abrían a medida que avanzaba por el río. Como si nunca nadie las hubiese atravesado aún. Estoy seguro que la tierra esta llena de lugares inexplorados como este. No es la luz la que cambia, es mi percepción la que me permite ver mejor lo que antes era difuso. Como esta historia, soy yo el que va mutando, es mi percepción (y la de ustedes) la que nos da permiso para entender lo que sucede. Solté el remo y me pare sobre el bote, ya no era yo el que controlaba el curso. Algo debajo de mi nos sostenía a mi y al bote. Tal vez es lo que tendría que haber hecho hace rato, soltar la idea del control; como si un humilde y único remo podía ser más significativo que la fuerza del río, el viento, o cualquiera de los acontecimientos a los que me veía sometido.
Más adelante, lo que parecía ser un camalote gigante, se convertía en una cara a medio sumergir. Una mujer, más bien una niña, me observaba. No una niña cualquiera, un ser gigante me observaba inmóvil, y me llevaba con ella.
Estuvimos quietos unos cuantos minutos, yo la miraba tan extrañado como ella a mí. Nuestra larga pausa fue interrumpida por un sutil movimiento de su cara, saliendo para respirar.
Tenia, según mis cálculos, unos 130 metros de largo, aproximadamente. Pelo ondulado, alisado por el agua, el río y la humedad. Con un Frizz incontrolable, que apenas en su flequillo se liberaba un poco. Pecas, millones, como las chispas de luz en el agua, parecían titilar. Fue imposible descifrar su edad real, su tiempo era muy diferente al nuestro, no había años; por la escala de su tamaño había, talvez, siglos. Aparentaba ser una niña de unos 13 o 14 años, pero no nos confundamos con las apariencias, su mente era mucho más compleja.
No se bien si era miedo lo que tenia, pero si un asombro que no conocía, más algo de cansancio. Estaba bastante afectado por la perdida de William y el descubrimiento de la cercanía de la flota de guerra anglo-francesa. Sin embrago, y en presencia de algo tan majestuoso, era una extraña serenidad lo que me dominaba. Llegue a bostezar del cansancio, cuando aun no habíamos cruzado palabra.
Vi como sus pupilas se dilataban y contraían al mirarme. Me senté en el bote, no podía evitar cabecear, mis ojos se cerraban. No había tenido descanso desde el momento que había llegado a la isla. Mi cabeza dio un par de giros, no aguantaba más.

- Esta bien, podes dormir un rato – me dijo

Me tire en el bote, hacia arriba veía los árboles tapar todo el cielo, a mi lado una mujer gigante me observo hasta que caí dormido.