lunes, 27 de mayo de 2013

CAP. 9

Un misterio

En mi vida tuve mucha suerte, muchísima. He conocido a personas increíbles, algunas reales, otras tal vez no. Muchas de ellas siguen en mi vida, algunas con cotidianidad. A las más interesantes de ellas las atesoro, muchas veces, en algunos de mis dibujos. Es como una manera de llevarlas conmigo. Ese mes en la isla conocí a una de las que cambiarían mi vida para siempre; me gusta creer que yo hice lo mismo con la suya. En un principio fue el misterio el que nos unió, en el mismo momento en el que me salvo de ser comido por un León. Luego fue la compañía que nos dimos. Por ultimo, la soledad.
Cuando las olas del río comenzaron a subir y bajar para nivelarse nuevamente pude observar, detrás de los últimos árboles que daban a la orilla, algo gigante, como sumergido en el agua. En parte por el misterio que me atraía, y un poco por el miedo al León que seguro me esperaba unos metros más adentro de la isla; me aproxime lentamente; sin dejar de mirar atrás.
Hasta entonces estuve sin rumbo, un poco sin saber hacia donde volver, o como hacerlo. Definitivamente este fue un encuentro de mucha suerte. Apareció justo a tiempo, y aun hoy sigo sin saber quien encontró a quien, pero eso no es lo importante. Estar en el momento justo, y en le lugar indicado; puede cambiarte la vida, como a mi me la cambio.
Mientras me aproximaba escuche a lo lejos unas ramas moverse, el sol ya había salido por completo, pero aun así no se veía demasiado. Debajo de las sombras que dan los árboles hay un extraño color en el aire, hay cosas flotando alrededor, hojas, ramitas, y una pelusa espesa, que algunos llaman “baba de diablo”. Volví a escuchar otro ruido de ramas y pisadas, esta vez más cercanas y más violentas, viniendo hacia mi dirección. Gire mirando hacia atrás (en la medida que avanzaba) unas 4 veces por cada paso. Cuando ya me aproximaba a la costa escuche un disparo, como un estruendo, luego vi el impacto de la bala en el árbol que me separaba de la costa, y del misterio. Volví a mirar para atrás, 1 disparo más. Un grito humano, y uno de León. Ya me encontraba de espaldas a la costa, decidiendo si ir en ayuda de William, que seguro me siguió al no ver el mapa entre sus cosas; o de atravesar las últimas ramas y seguir mi camino hasta donde estaba eso gigante que me salvo.
Me sentí culpable, así que volví atrás, selva adentro; lo otro podía esperar. Antes de emprender mi marcha coloque el mapa en la copa de aquel árbol que recibió el impacto de la bala, para poder reconocerlo. Simplemente lo arroje hacia arriba, tuve que hacerlo en 2 oportunidades hasta que se trabara en lo alto. Entonces volví a tomar el palo que anteriormente me había salvado la vida y corrí, como pude, ya que mi pierna tenia aun un pequeño resentimiento. Mientras me acercaba escuchaba la voz agitada de William Something, lo sentía hacer proezas para sobrevivir. Ambos estaban en el claro que había entorno a las esculturas de piedra. Al llegar Willam intentaba recargar su antiguo fusil, y el León cojeaba de una de sus patas, sangrando. Rugía, de furia, de hambre. Tal vez de incomprensión, todo esto debería ser tan raro para él como para nosotros. Ambos me miran, el ingles me dice algo en ingles que no entiendo. El León me ruge en un idioma mucho más universal. William me vuelve a repetir lo mismo, yo le grito un ridículo “aidounou” mientras me saco la mochila, el León se aproxima, el fusil no carga, mi palo da vergüenza, ruge, grito, habla en ingles. Me acerque a Something, trace una línea entre nosotros y la bestia, esperando que funcione otra vez. Recién ahí pude comprender lo que William me repite:
- are shooting arrows, cover yourself!!!
Al mirar al cielo una nube de flechas venia hacia los tres.